Reflexiones sobre el primer MOOC de interpretación

UJIA principios de año la Universitat Jaume I de Castellón (UJI) organizó un MOOC (massive open online course) de 6 semanas sobre interpretación titulado «Interpretación simultánea inglés-español: ejercicios de preparación». Movida por la curiosidad me apunté sin dudarlo y no me defraudó. El curso me pareció novedoso por su temática (que se sepa no existe hasta la fecha ningún MOOC dedicado a la interpretación) pero también por su formato, ya que la idea del curso no era tanto transmitir contenidos sino entrenar algunas habilidades y destrezas importantes a la hora de interpretar a través de la práctica guiada y con un grado bastante importante de interacción entre participantes.

ProfesoradoLa preparación, organización y dirección del curso estuvieron a cargo de Ulrike Oster y Marta Renau Michavila (Departamento de Traducción y Comunicación de la UJI), grandes profesionales con amplia experiencia no solo en la práctica sino en la investigación y la formación de intérpretes. Ulrike y Marta han accedido a compartir con nosotros sus reflexiones sobre el curso y su organización, y desde aquí les envío mi agradecimiento por su amabilidad y buena disposición a colaborar contestando a estas preguntas y compartiendo sus reflexiones sobre esta primera experiencia MOOC en interpretación:

El curso tuvo un enorme éxito y, si no me equivoco, se inscribieron cerca de 1700 personas de medio mundo. El acceso era abierto a todo el mundo pero, como era de suponer, la mayor parte de los participantes procedían de España pero también de América del Sur, especialmente de Argentina. ¿Cuál es el perfil de los participantes en cuanto a nacionalidades y profesión (estudiantes o recién licenciados de interpretación, estudiantes o recién licenciados de otras carreras, profesionales etc.)?

Sí, como pasa en la mayoría de los MOOC, el interés por el curso fue masivo, y se llegaron a inscribir y completaron nuestra encuesta inicial 1695 personas de todos los continentes. De ellos, un 51% reside en España, un 35% en Latinoamérica, un 11% en el resto de Europa y unos pocos de otros países de América, Asia, África u Oceanía. En total hubo representación de 45 nacionalidades, entre las que por número destacan, además de la española, la colombiana, la argentina, la mexicana, la peruana y la venezolana. Por si alguien se interesa por cifras más exactas, hemos hecho accesible esta y muchas otras informaciones sobre el curso en academia.edu.

En la encuesta inicial preguntamos por la experiencia o formación previa de los participantes y a raíz de las respuestas podemos diferenciar entre cuatro perfiles de usuario:

– Estudiantes de traducción e interpretación que estaban cursando asignaturas de interpretación (30%).
– Personas que ya tenían experiencia profesional en el campo de la interpretación (un sorprendente 10%).
– Personas sin experiencia ni formación en interpretación, pero que podríamos considerar afines puesto que ya ejercían como traductores o habían estudiado filología inglesa (37%).
– Y, finalmente, también hubo personas cuya situación de partida no parecía ser la más idónea para un curso de estas características, puesto que, además de no tener ninguna vinculación con el campo de la traducción o interpretación, declaraban tener problemas con la comprensión oral del inglés (22%).

¿Qué reto supuso un curso tan numeroso desde el punto de vista organizativo?

Evidentemente, el número de participantes ya es un reto en sí. No obstante, como es característico de los MOOC, el número inicial de inscritos se redujo considerablemente. En nuestro caso, de los 1695 inscritos iniciales, llegaron a realizar la primera actividad 660, y 270 llegaron a completar las seis semanas de curso. Aun así, se trata de unas cifras que convierten la gestión de la docencia en un desafío considerable.

Por una parte, por el mero número de participantes, ya que este obliga a una dinámica de enseñanza totalmente diferente a la habitual. La imposibilidad de que las profesoras efectuásemos un control y una retroalimentación cualitativos nos hizo plantearnos dos objetivos metodológicos: queríamos que el curso contribuyese a desarrollar y fomentar la autonomía de los estudiantes (dando pautas para la autoevaluación y facilitando el acceso a material adicional abundante) y tratamos de crear e impulsar la interacción entre los participantes, para que se apoyasen mutuamente y aprendiesen unos de otros.
Por otra parte, la diversidad de participantes también suponía un reto. Habíamos diseñado el curso para un grupo meta en particular (el primero de los que hemos mencionado) y con un objetivo muy concreto y limitado: a partir de nuestra experiencia en la Universitat Jaume I, queríamos proporcionar actividades y materiales complementarios para las primeras fases del aprendizaje de la interpretación simultánea, con el fin de que los estudiantes de interpretación pudiesen entrenar de manera independiente pero guiada algunas de las habilidades básicas para la interpretación y afrontar así con más seguridad sus clases de interpretación.

El hecho de que una parte considerable de los participantes no correspondieran a este perfil y pudiesen tener motivaciones y expectativas diferentes nos obligó a un enfoque más general en nuestras explicaciones e intervenciones. De esta manera, el curso cumplió también una función más divulgativa que inicialmente no habíamos tenido en mente, la de captar el interés en la formación en este ámbito, concienciar de la necesidad de formación específica así como mostrar las dificultades de la interpretación simultánea y motivar para formarse más (porque los estudiantes perciben que con la práctica se mejora).

El curso se realizó íntegramente a distancia a través de Internet. ¿Os supuso alguna dificultad desde el punto de vista técnico, organizativo o pedagógico?

Claro, fue una experiencia nueva tanto para nosotras y nuestra universidad como para los participantes, por lo que había muchas cosas que descubrir y aprender. Desde el punto de vista técnico, por ejemplo, es imprescindible que cada participante tenga acceso a un mínimo de tecnología para la grabación de audios (incluido el conocimiento sobre cómo usar los programas) y se tienen que establecer claramente cuáles son los estándares comunes que permitirán el intercambio de archivos.

Evidentemente, el formato masivo hace que la gestión de la interacción entre los participantes y con las profesoras sea muy compleja y requiera mucha dedicación. También resultó ser un cóctel bastante explosivo la combinación entre la existencia de plazos rígidos (cosa inevitable en algunos tipos de tareas) con la presencia de participantes de todo el mundo, que viven en diferentes husos horarios.
Y como profesoras noveles en el mundo de los MOOC posiblemente nos sentimos demasiado responsables de nuestras actividades, materiales y estudiantes. A través de los foros intentábamos ayudar con cada duda o problema y pretendíamos que todos aprovecharan los materiales de la manera en la que los habíamos diseñado. Fueron seis semanas intensas y gratificantes, pero aprendimos que ese nivel de implicación del profesorado no es sostenible. La experiencia nos sirvió para ser más conscientes de que un MOOC no es más que una oferta formativa. Los participantes la toman o la dejan, interactúan con ella como quieren o como sus circunstancias les permiten. El profesorado diseña las actividades de la mejor manera posible, pero son los estudiantes los que las tienen que hacer suyas y responsabilizarse de su aprendizaje.

Supongo que tuvisteis que adaptar los materiales del curso al entorno virtual, algo especialmente complicado al tratarse de una actividad como la interpretación simultánea. ¿Satisfechas con el resultado?

Sí, en este aspecto estamos muy satisfechas porque la experiencia confirmó nuestra idea de que la interpretación simultánea se presta, al menos de manera complementaria, a una modalidad virtual de enseñanza-aprendizaje. Con las actividades no tuvimos ningún problema porque gran parte de los materiales los elegimos o creamos para este curso. Y fue muy interesante el reto didáctico de adaptar los planteamientos que usaríamos en una clase presencial a las posibilidades de los diferentes tipos de recursos de un entorno virtual porque nos obligaba a explorar las herramientas a nuestra disposición y hacer un uso creativo de ellas.

Una parte importante de este MOOC ha sido la interacción entre participantes, a través de foros, wikis y talleres de evaluación. ¿Qué podéis decir de la experiencia y nivel de participación?

Sí, la interacción entre participantes fue una de las ideas centrales que nos guió. Desde nuestra experiencia como intérpretes de conferencia, partimos de la convicción de que la profesión de intérprete gira en torno a dos polos aparentemente opuestos: la excelencia en la actuación individual y la dependencia de la labor de los compañeros y la relación con ellos (dentro y fuera de la cabina). Por ello queremos trasladar un poco de esta necesidad y utilidad de la colaboración al aula. Está claro que en un grupo tan grande no todos están dispuestos a colaborar en el mismo grado, pero hubo iniciativas muy positivas por parte de los participantes, como la creación de un grupo propio en LinkedIn, o que aprovecharan los foros para hacerse preguntas y recomendaciones mutuamente. En general, podríamos resumir nuestras impresiones sobre el grado de interactividad de dos maneras diferentes: cuando la interacción era obligatoria, esta era masiva (por ineludible) y la calidad de las interacciones bastante desigual. En cambio, cuando una actividad tenía un componente de interactividad opcional, la participación era mucho más minoritaria, pero las contribuciones eran todas muy interesantes. Por tanto, una combinación de ambos tipos nos parece lo más adecuado.

Mención aparte merecen las actividades de evaluación por pares, en las que, para participar, un estudiante debía subir un archivo propio con su tarea dentro de un plazo y evaluar la grabación de uno o varios compañeros dentro de otro plazo. Por ello, estas actividades requerían un nivel de compromiso y responsabilidad por parte de los estudiantes difícil de alcanzar en un grupo tan grande y tan heterogéneo. Conseguir que cada participante recibiese al menos una evaluación de su trabajo es lo que nos dio más quebraderos de cabeza a lo largo del curso, lo que nos llevará probablemente a introducir alguna modificación en el futuro.

Una de las cosas que en mi caso más quebraderos de cabeza me dio fueron los plazos de entrega. Supongo que al ser un curso masivo hay que automatizar la gestión de las tareas, pero me resultó especialmente frustrante no poder cumplir con alguno de los plazos ¿Habéis tenido problemas en ese sentido o la mayoría ha podido cumplir con plazos y entregas? ¿Pensáis que se podría hacer de otra manera?

Sí, este es el único punto del planteamiento del curso que calificaríamos de problemático (y que pensamos que requiere un replanteamiento), puesto que creó cierta frustración entre un número de participantes. El problema en sí no eran tanto los plazos sino su relación con la obtención del certificado de participación del curso. Y, aunque desde nuestra perspectiva un certificado de un curso de estas características sólo puede tener un valor simbólico, es cierto que constituye una fuente importante de motivación para muchos participantes. Pues bien, una peculiaridad de la plataforma didáctica que utilizamos, y en esto se diferencia de otras plataformas de MOOC, es que la obtención del certificado estaba ligada a la realización de determinadas tareas. Éramos las profesoras las que podíamos definir cuáles eran esas tareas obligatorias, pero no era posible establecer un porcentaje x de consecución de las tareas ni tampoco podíamos alterar el listado una vez comenzado el curso. Es decir, la persona que fallase en una sola de las entregas obligatorias podría continuar con el curso, pero ya no tendría acceso al certificado. Esto no era problemático en la mayoría de tareas: simplemente alargamos los plazos de entrega hasta el final del curso. Pero sí lo era en las actividades de evaluación por pares, ya que estas necesariamente tienen un funcionamiento muy rígido y automático: se define un plazo para la entrega de las tareas; una vez pasada esa fecha, el sistema distribuye automáticamente las tareas recibidas entre los participantes para que evalúen a algunos compañeros; y se fija otro plazo para la entrega de las valoraciones. Y, por mucho que avisásemos de estas condiciones desde el principio, en un grupo tan grande siempre hay personas que, por la circunstancia que sea, no llegan a alguno de estos plazos inamovibles. Por ello, nuestro reto principal, si repetimos la experiencia, es encontrar una manera de engañar el sistema, con la ayuda de los técnicos del CENT de la UJI, y hacer posible una solución de porcentajes.

¿Cuál sería vuestra apreciación global de este primer MOOC sobre interpretación como organizadoras y como profesoras de interpretación?

Nuestra valoración global es muy positiva. Fue un reto didáctico y tecnológico, y se convirtió en una experiencia muy gratificante gracias a la respuesta y actitud tan positiva de los participantes.

¿Para cuándo el siguiente?

Este ha sido un proyecto piloto y habrá que esperar las decisiones de la Universitat Jaume I sobre el programa de los MOOC para el curso que viene. Nuestra intención es volver a ofrecer el mismo curso, o uno muy similar, el año que viene en las mismas fechas, es decir entre enero y marzo. Esperamos que así sea, para poder cumplir la promesa que les hicimos a los muchos que no pudieron participar por llegar tarde al plazo de inscripción (nuestro primer plazo inflexible 😉 y a los que como única alternativa ofrecimos inscribirse en una lista de interesados para próximos cursos, que sigue abierta y a la que se puede acceder desde la página del MOOC.

Y si nos vuelve a salir la vena experimental, para el futuro estamos pensando en añadir algunos pequeños módulos opcionales sobre aspectos no contemplados hasta ahora, como una primera aproximación a la interpretación desde otras lenguas o a la interpretación hacia la lengua B. También nos encantaría lograr extender el enfoque colaborativo al profesorado y poder incluir algunas actividades en colaboración con profesores de otras universidades, otros países u otras combinaciones lingüísticas.

moocwordle

3 comentarios en “Reflexiones sobre el primer MOOC de interpretación”

  1. ¡Muy interesante, Clara!

    Felicidades a la organización y solo puedo decir que no me enteré en su momento (¡lástima porque hubiera asistido encantada!).

    Espero con ansia que salga otro MOOC de estas características y todas las ideas que veo que tienen Ulrike y Marta rondándoles por la cabeza me parecen sensacionales.

    Desde aquí, como docente de interpretación en el MIC de La Laguna, estaré encantada de colaborar si finalmente amplían el enfoque colaborativo al profesorado.

    ¡Feliz verano!

  2. Gracias por esta entrevista, Clara. Creo que a los que tuvimos la suerte de aprovechar este curso, nos interesaba mucho tener esta perspectiva de Ulrike y Marta: algo así como el detrás de bambalinas del curso.
    En mi caso, lo hice durante mi máster en interpretación de conferencias y habiendo antes tenido algo de experiencia profesional. Igualmente me resultó muy útil y el enfoque general me encantó. Destaco la claridad y definición de los objetivos a lograr con los ejercicios de cada semana, y de las indicaciones/preguntas para la autoevaluación/evaluación entre pares.
    Estoy de acuerdo con que los plazos fueron el gran desafío. Yo logré cumplirlos pero me hubiera gustado tener un poco más de tiempo para participar más activamente en los foros… y creo que a muchos les pasó lo mismo.
    ¡Felicitaciones, Marta y Ulrike! Espero que pronto saquen otro. Personalmente, me encantaría uno de retour al inglés.

  3. ¡Gracias por tu comentario, Virginia! Yo también espero que saquen un nuevo curso de retour al inglés 😉
    Saludos…..
    Clara

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.